El fracaso de Dios

Tiempo atrás leí el libro Homo Deus, del israelí Yuval Noah Harari, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Bien dice su autor que es una breve historia del mañana. Lo recomiendo como lectura disruptiva para los tiempos en que necesites recargar tu batería.

Intentando sintetizar una obra majestuosa solo te diré que es un desafío al Hombre de este siglo y, más precisamente, a sus diseños del éxito social. Plantea Harari que hambrunas, plagas, pestes, sequías y guerras fueron constantes en la historia humana y que la inducción de los gobernantes a la ignorancia popular, asociada con el escaso conocimiento científico, llevaba a las gentes a vincular esas desgracias a castigos de los dioses, enojados por comportamientos “en pecado” de aquellos pobres seres. Esas creencias los condicionaban todo el tiempo, generando una confusa y multifacética moral.

El tiempo y otros dioses fueron poniendo las cosas en un lugar distinto. Hoy sabes que el Hombre no es ajeno a las catástrofes que padece. Las muertes masivas ya no son atribuibles a entes abstractos (como tampoco lo eran entonces) sino a sus propias decisiones. Cambia aquellas causas por las que expone la Organización Mundial de la Salud (OMS-Informe anual 2016): cardiopatía isquémica, accidentes cerebro vasculares, infecciones en vías respiratorias, cáncer, diabetes, EPOC, Alzheimer, diarreas, tuberculosis y accidentes de tránsito, en el top-10.

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Tumbas de la gloria

Por estos días converso mucho con adolescentes que se acercan al momento de la decisión sobre qué hacer con sus horas después de terminar el nivel educativo secundario. Y me encuentro con algunas caritas entusiasmadas, contándome lo que imaginan para sus nuevos estudios o trabajos. Hay nuevos desafíos, aire fresco, excitación por la experiencia de probarse en nuevos espacios.

También hay otros casos, menos luminosos. Los chicos que han venido “estando” en clases, “pasando” días y años por la escuela, y solo esperan llegar con el impulso al diploma que certifique su secundario completo. Como los llamó Howard Gardner, uno de los primeros estudiosos de las inteligencias múltiples, son los transaccionales: hacen lo mínimo y sólo estudian por el título; después, en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, siempre limitando su interés y dedicación. Son mediocres en todos lados.

Qué pasa si en algún momento esta actitud toma a los del primer grupo?. Si la visión vocacional se reduce a pensar en términos de trabajar en lo que se están preparando?. Tener una aptitud técnica y que eso explique el resto de la vida. O no encontrar explicaciones.

Recuerdas tu caso?. Cómo lo viviste?. Y tus hijos, ahora?.

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Del amor propio al dinero propio

Probablemente en algún momento de tu escuela secundaria hayas hecho la experiencia del imán con las limaduras de hierro. Lo recuerdas?. Cuando un grupo de partículas se ordenaban armónicamente en torno a un elemento que parecía atraerlas con alguna fuerza. Allí conocimos el fenómeno del magnetismo y lo registramos como un aprendizaje. Es natural que eso ocurra siempre que se repitan esas circunstancias.

El imán no piensa si hay muchas partículas, si le conviene atraerlas, si alguien lo criticará porque es un imán, por su codicia, etcétera… Hace lo que es justo para su condición. No tiene culpas ni disfruta lo que hace. Solo responde sin dudas a lo que se espera de él.

 «No es lo que quieres lo que atraes; atraes lo que crees que es cierto» (Neville Goddard). Esa es otra ley. Como la del magnetismo y las limaduras. El imán cree que las limaduras vendrán a su llamado no porque quiere que vengan. Sabe que hay un orden para eso y deja que eso suceda. No conoce una opción de no existencia de esa situación. Es absolutamente poderoso en su posibilidad.

Te imaginas siendo un imán y yendo por tu vida viviendo como tal?. Qué estás atrayendo?. Qué crees que es “cierto” para ti?. Cuál es la jerarquía de tus prioridades?. Seguramente, no te alcanza el tiempo. Estás disfrutando a tu familia o amigos como dices que deseas?. Y qué hay de tu carrera profesional o laboral?. Tienes diversión, qué haces en tu tiempo libre?. Es libre tu tiempo libre?. Cuánto influyen en tus elecciones tu contexto, tus relaciones, el gobierno, tu lugar, el clima?. Cómo imaginas tu salud en un tiempo?. Qué estás sembrando, qué semillas estas regando?. Qué tan seguro estás por el precio que pagas?. Cuántos créditos estás consumiendo?. Cuántos debes ya?. Cuántos te debes?.

 Las cosas vienen hacia ti o andas saltando tras ellas?.

El dinero hace a la felicidad

 Lo afirmo, sin dudas.

Cuando no había dinero, la gente vivía igual. Comerciaba en trueque, negociando según sus intereses inmediatos. Así, una oveja podía valer una bolsa de harina, una vasija de vino podía pagar unos cuantos jarrones o una hija se entregaba por unos cuantos kilómetros cuadrados de tierra. Para qué fue creado el dinero?. Para mediar en esos intercambios y tratar de evitar los abusos. Y para un nuevo negocio, claro: la banca. Además, para que las referencias sean más generales que las necesidades puntuales.
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Tech Emotions

Cada día tu vida está más apoyada en aplicaciones tecnológicas. Comprendes los beneficios de “jugar” a dejarte llevar por esa dulce compañía, a veces hasta zonas adictivas. Algunos, tibiamente, ensayan límites al avance tech sobre sus espacios. Yo creo que no son límites, sino estaciones de paso. Inexorable el destino, a ritmo más lento nomás.

Hace unos días veía un informe en televisión en el que mostraban un tractor multipropósito para trabajar en el campo con mando a distancia y bajo una programación previa. Puede arar, sembrar, pulverizar, aplicar agroquímicos, cosechar, etc., mediante el acople de dispositivos auxiliares. Una de las ventajas, además, es la posibilidad que trabaje las veinticuatro horas y bajo diversas condiciones ambientales. Aún en estado de prototipo en su desarrollo, y como público genérico, neófito, me disparó este artículo.

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El simpromiso

El amor es una burda exageración de la diferencia entre una persona y las demás,
según lo pensaba George Bernard Shaw. Amor es una palabra mágica, porque a todo lo que es inexplicable rápidamente lo explicamos con que es mágico. En tan solo 4 letras resume la grandiosa potencia y exquisitez del ser humano. No necesita de aclaraciones ni congresos para analizarlo. En menos de un segundo dice lo que significa. En cambio, toneladas de segundos y millones de letras se han utilizado para intentar explicar su ausencia.

Puedes tomar esto como un manifiesto romántico. Pero traigo otras intenciones.
Pretendo que conversemos un rato sobre lo que pasa cuando el AMOR no está.
Cuando no está en tus momentos, en tus decisiones, en tus actos, en tus resultados. A eso yo lo llamo SIMPROMISO.

No me refiero a que tu novia, esposo, hijos, mascota o amante no estén a tu lado,
estés triste por eso y las cosas no salgan como esperas. Me refiero al AMOR, así con mayúsculas, para distinguirlo del otro, que se ocupa de las relaciones hacia afuera, aunque se escriba con las mismas letras.

El AMOR es lo que conecta todo lo que te hace crecer

Es lo que te hace bien, lo que te hace fluir ágilmente y conduce a tus logros, en familia, profesión, deporte, viajes, trabajo, estudios.

cualca puede volar1

Cuando algo te trae en el aire estás entusiasmado, motivado, sientes que todo encaja (más allá de tus planes lógicos), cuentas con una energía infinita y hasta te parece que tu cuerpo no tiene límites. Sientes que emergen facilidades, casualidades, habilidades, se abren caminos y puertas, como si la ruleta te hubiera elegido esta vez. No es ninguna ruleta… es todo un sistema de energías alineadas en una dirección, armonizadas, representadas por las expresiones de los distintos cuerpos que las contienen. Las conoces (y las ves en un sistema) cuando vas a buscarlas porque tu intuición te dice que vayas. A esa armonía de energías que conduces en tu provecho, en tu beneficio, hay quienes le llaman COMPROMISO.

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