Una de mis fuentes intelectuales, Arturo Jauretche, en su antológico “Manual de zonceras argentinas” (1968), avivó a la gilada respecto de conceptos que se habían convertido en axiomas en su difusión reiterada por años y que traían alguna (oculta) intención de grabarse en el inconsciente colectivo como rectores de un satus quo, incuestionables, certeros, inequívocos per se.
Como ya te he contado antes, el Modelo del Observador refiere que las creencias están asociadas con emociones, las explican, y éstas, a su vez, con acciones que, repetidas, constituyen las conductas humanas. Para ejemplo, citaré dos de las propuestas originales de don Arturo.
Cómo te sentirías si ves un mapamundi plano rediseñado de manera que América del Sur esté en el centro y no en el extremo inferior izquierdo?. Haz el esfuerzo, trata de dibujarlo a mano alzada, por favor. Qué te parece?. No estás resistiendo a un orden geomagnético, solo cambiando una representación gráfica histórica. No es una locura: el historiador Arno Peters presentó en 1974 a la ONU (y fue aprobado por ésta) un mapamundi que guarda las proporciones correctas entre los distintos bloques continentales, luego de proyectar una forma esférica sobre un plano. Aquí debajo están comparados el modelo habitual (Mercator) con el de Peters. Para qué fue distorsionado?. Por qué Europa aparece destacada?. Por qué la América del Norte prevalece sobre la sureña?. Si alguna duda quedare, y te interesa, te invito a buscar los datos de las superficies respectivas (extensiones en kilómetros cuadrados) y compararlas. Allí se terminan las especulaciones. Parece una estupidez, pero por algún motivo no lo es. Acaso inocentes descuidos?. Intenciones de constituir un “centro del mundo”?.
Modelo Mercator y Modelo Peters
Qué pensarías de un bravo trabajador alemán del norte si lo trasladaras a un campo de Tucumán (en el norte de Argentina) y quisieras hacerlo trabajar al sol y los cincuenta grados centígrados de las tardes del mes de enero?. Sería un vago o un hombre razonable, si se sumara a la siesta norteña de acá?.
Tus percepciones son como carteles ruteros. Te indican la orientación, el ritmo de marcha, te ubican espacialmente, cuán lejos estás del destino… y todas esas son referencias para tus estados emocionales y anímicos. El cartel no cambia nada respecto de tu lugar y tu destino, pero sí lo hace tu sensación al interpretarlo. Por eso hay países “naturalmente” centrales y otros periféricos y hay gente que trabaja y progresa y otros, vagos incurables.
Parafraseando a Jauretche, la fuerza de las zonceras no está en su argumentación sino en su capacidad anestésica. Las cosas están como están y así son. No preguntes y sigue tu camino, que otros ya pensaron por ti.
Quo vadis…??? (adónde vas, en latín)
Qué sensaciones vives si das vuelta el organigrama de la organización o sector al que le das tu tiempo e inteligencia cotidianamente?. Quieres probarlo?. Qué imágenes vienen a tu inocente juego?. Qué conceptos acompañan a esa imaginación?.
En el marco del mismo recreo, con qué asocias un esquema tradicional del mapa de jerarquías funcionales?. Una campana protectora, una pirámide, el famoso gallinero?. Y si lo das vuelta?. Qué se presenta?. Un árbol, una fuente, una estructura que sostiene?.
Quam tibi…??? (cómo te sientes, en latín)
Cambia algo tu estado de ánimo en cada caso?. Es lo mismo verse debajo de una pesada capa de niveles “superiores”, que estás soportando a identificarse con una rama de un árbol que se alimenta desde su base?. Cómo respiras en ambas situaciones?. Qué respiras?.
Mi reflexión se alinea, ahora, con algunas danzas modernas del management que hablan de la revalorización del trabajador en la estrategia de gestión. Y agrego, entonces: si no vas por todo, a qué vas?.
En Japón, cuentan de una práctica cultural de bienvenida en algunas empresas por la que un directivo lustra los zapatos del ingresante en señal de “limpiar su camino”. Es una manera de ponerse a su servicio, sin que se interprete (desde otra posibilidad, más occidental) que está “a sus pies”. Las distancias entre aquella y nuestra cultura cada vez son menores, fruto de la globalización informativa y la intención de adaptar (y adoptar) formas organizativas y de gestión orientales que han resultado en beneficios económicos tangibles. Tal vez por allí podamos encontrar una veta positiva de trabajo.
Para qué sirve un martillo?
Si me lees habitualmente, ya sabes la respuesta. Si no, te cuento algunas respuestas recibidas de otras personas en actividades formativas que coordinamos: golpear un clavo, fijar dos objetos, doblar un alambre, componer un desajuste entre piezas encastradas, colgar un cuadro. Cuál te identifica más de todas ellas?.
Yo me quedo con la última. Es la que me trae un sentido más completo. Claro que para eso hay que golpear un clavo y meterlo en la pared (si no va un tarugo con tornillo…). Pero si puedo más por qué quedarme con menos, con lo obvio, lo justo. Prefiero ver más aptitudes en un martillo que sólo golpear un clavo. Estoy viendo su servicio.
Soy uno de los que piensan que los niveles directivos de muchas empresas necesitan dar vuelta su organigrama y re-pensarse como facilitadores de sus empleados. Si quieren encontrar las mejores respuestas en ellos, si creen que para eso los contratan, pueden imaginar sus relaciones internas como un árbol creciendo por sus ramas. Dando vida hacia arriba, desde su razón, alimentando la creación. Cuando el servicio es sincero, convencido de sus bondades naturales, genera nuevos escenarios de posibilidades, todos útiles, agrandando espacios en esas relaciones. Aparecen ideas, apoyos, colaboraciones, sumas. Si no, si es una especulación o un recurso obligatorio, tiene vuelo corto y escasas proyecciones. Ya no importa si es hacia arriba o hacia abajo, porque la respuesta también será obligatoria. Resta, traba, complica.
Como se los propuse a aquellos directivos que referí en el inicio de este artículo. Un organigrama más cálido, con un fin productivamente humano. El árbol se hace grande por sus ramas antes que por su tronco, que acompaña y promueve ese desarrollo. Y se extiende hacia el cielo, sus clientes, la razón de su crecimiento.
La suerte es el encuentro entre la preparación y la oportunidad.
Una empresa es una creación constante, por definición. Desafíos por resolver en los aspectos comerciales, administrativos, productivos, sectoriales. Cada experiencia facilita un aprendizaje y mejora la preparación para gestionar las próximas demandas. Para que la oportunidad se pueda aprovechar. O crear. La suerte será un trámite, luego.
Los Talentos de las personas son reservas naturales. En una economía creciente en servicios son los insumos necesarios, vitales para sostenerla. Explorar y descubrirlos es una inversión de poco riesgo y grandes retornos para las empresas. Todas están buscando ampliar su oferta en ese rubro, quizás errando el método. Cómo puede ser bueno el servicio hacia afuera de una empresa si no lo practica hacia adentro?. Quién o quiénes lo concretan?. Cuánto sienten como propia su obra si no la valoran positivamente?. Tu y yo, como clientes, ya sabemos de esto, si?.
Esto aplica a cualquier tipo de organización, a todo lugar donde haya personas desarrollando acciones. Recibiendo acciones para luego generar las propias. Cada cual en su nivel jerárquico, en su responsabilidad.
Las empresas ya no pueden descansar en sus formatos operativos, solamente. Eso les reduce capacidad. Hay ganancias ocultas en las posibilidades no exploradas de su gente. Lo predijo un tal Alvin Toffler, allá por 1980: “un analfabeto será aquel que no sepa dónde ir a buscar la información que requiere en un momento dado para resolver una problemática concreta” (La tercera ola). Nunca fueron admitidos los analfabetos en las empresas. Y ahora se están viendo en niveles importantes de algunas estructuras.
El Talento es una posibilidad. Existe en estado latente, dispuesto a fluir si las condiciones de entorno le facilitan el camino. Si no, prefiere guardarse para la próxima vez. Necesita que haya muy buenas condiciones ambientales de comunicación, aceptación de lo diverso o lo novedoso, comprensión de estados emocionales, reconocimiento de la virtud y aliento al aprendizaje continuo. Desde esta perspectiva, un equipo humano es una confluencia de Talentos, una síntesis poderosa de las mejores versiones individuales. Como en un holograma, en cada uno puedes ver al equipo. Si no, sólo es un grupo de personas a las que se intenta hacer cumplir reglas y procedimientos que no tienen más que un valor de cambio rudimentario. No le pidas más. No llames a consultores ni a brujos.
Cómo imaginas que funcione el Organigrama invertido en tu empresa?. Lo puedes plantear?. Por qué si?. Por qué no?. Reconoces los Talentos de tu gente, de tus compañeros?. Los han buscado?. Qué piensas?.
Gracias por aceptar el juego. Podemos volver a jugarlo cuando quieras.
Oscar Virga Digiuni
Coach Profesional
Director ISFE