Qué te estás contando?

Días atrás estaba reunido con jóvenes que ejercen una disciplina deportiva y surgieron algunos de esos juicios tan duros que suelen manejar las personas que están entregadas a una práctica competitiva. Así, desfilaron el éxito y el fracaso, el deseo de superar a un rival, el desánimo en la derrota o en el bajo nivel personal, el sentimiento personalista en medio de una actividad grupal por esencia, etc., etc. Digo juicios duros por lo encarnados que están más que por su fortaleza intrínseca. Tales juicios son lo que son porque han tenido mucha y continua prensa.

Les ofrecí trabajar esta cosa jodida que tenemos los coaches de enfocarnos en los resultados esperados. Ganas de complicarle la vida a quienes la llevan como pueden y con tanto esfuerzo… Y de sus propias entrañas fueron apareciendo sensaciones distintas.

Hablamos de la competencia con los propios condicionantes antes que contra alguien, de cómo revertir un enojo con inteligencia básica (práctica), del disfrute de compartir (renovado, a pesar de años de compartir), de lo que se pierde cuando se pierde y lo que se gana cuando se gana, de las libertades que no están (pero nadie las tiene escondidas), del sentido de un equipo cuando se le da el escaso valor de grupo (escaso respecto del valor de un equipo), de la conciencia de pertenencia (o no), de las conversaciones pendientes y hasta del espacio responsable del director técnico.

Al fin, les dejé una pregunta, serpenteante entre sus pies: cuando hablan de “éxito” o “fracaso”, se animan a identificarlos como los resultados que han creado ustedes mismos?.

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La diferencia no es solo una elucubración intelectual o semántica. No lo creo. Sí creo que es un modo más justo de evaluar- se en un dominio determinado, el suyo (tuyo) propio.

Éxito o fracaso es lo que se ve afuera y/o adentro.

Lo que hayas logrado, la etapa acabada del proceso, es solo por tu responsabilidad y decisión. Si llegaste a lo que esperabas y para lo que te preparaste, sólo lo saben tú y tus conversaciones íntimas (contigo). Y qué haces con eso?. La semana próxima les cuento qué me contestarán cuando los vuelva a ver…

Quienes hacen algún deporte suelen, en varios casos, también desarrollar alguna otra actividad no amateur. Por ejemplo, trabajar, estudiar o vivir en familias y en barrios y ciudades. Como son las mismas personas, suelen, también, trasladar algunos comportamientos de la cancha a la calle (y viceversa). Sin darse cuenta, claro está.

Te ha pasado alguna vez?. Dos veces, dices…?. Cuántas más…?.

He practicado bastante deporte y me ha gustado siempre utilizar sus formas para hacer paralelos de conductas. Hoy miro más de lo que transpiro y, tal vez, por eso mismo, puedo desafiar a esos muchachos en busca de glorias y trofeos.

Una frase que leí de Alejandro Jodorowsky (y me ha encantando) dice que “lo que más te hace falta en el mundo es lo que has venido a darle”… Fuerte, precisa, directa. Es tu misión aquí y ahora.

Para qué juegas tu juego?. Quién te califica?. Cuál es el sentido de medirte con la vara de alguien que no suda tu sudor?. Cómo te sientes debajo de esa capa dramática que te calzas para soportar tu cotidianeidad?.

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Tu libertad no es negociable, simplemente porque no la negocias. 

No te das cuenta que la estás entregando, sin más, cuando reclamas por tus escaseces relativas, en tu suerte en el juego y en tus derechos laborales. Si te quejas por eso, es porque hay alguien que ha avanzado fácticamente sobre tus posibilidades de elección. Han elegido por ti. Has escuchado hablar de la abundancia que te espera si vas por tu libertad?.

También dejas ir tu libertad cuando te exiges porque te lo piden. O cuando te adaptas por obediencia y cuando reaccionas a sangre hirviente. Si, también cuando te quedas pensando qué hubiera pasado si hubieras hecho tal o cual cosa, ayer, el mes pasado o hace 5 años. Y si estás ansioso por lo que ha de pasar mañana o el próximo jueves a la noche. Todo eso tiene que ver con lo que otros te han dicho, han hecho, han influido y deciden, en síntesis, con tu consentimiento y energía.

Si eliges permitirte que pase aquello que sientes como un impulso desde tus más profundas tripas, si te dejas llevar por esas mariposas, tus intuiciones y sensaciones, sin filtros, respiras libertad. Así creas lo que es tu día a día. No importan la suerte ni el clima ni un árbitro equivocado. Estás por encima de todo eso.

Tu juego no está afuera sino dentro tuyo.

Entonces, te enfocas en tus virtudes y no en restar las de otros. Creas y recreas ante la adversidad y no te acomodas “a lo que hay”. Sientes y disfrutas la solidaridad ante la vida y no en las desgracias. Dispones antes que responder. Le entregas al mundo que te rodea lo que crees que necesita y eso te hace grande, distinto, importante. Porque importa lo que haces mucho más que lo que dices que crees que haces. No, no es más. Es lo único que importa.

Qué te estás contando?. Hablas contigo, con tus tripas, o sólo les dices lo que te han dicho que les digas para silenciarlas?. Cuánto crees lo que dices?. Cuánto te crees lo que te dices?. Si tienes alguna duda al respecto, por favor pídele a quien te escuche que te mire a los ojos y te cuente si están brillando o no. Esa es la medida de tu sinceridad contigo y con el mundo que estás creando en cada palabra que sueltas al aire.

Cuando te haces consciente que tus resultados son la expresión de lo que está pasando en tus tripas, has logrado recuperar un escalón en la escala humana.
Quiero saber cómo te sientes mirando la vida desde este nuevo nivel…

 

Oscar Virga Digiuni