CODIGO HUMANO

A todos nos llega, al menos una vez en la vida, un llamado interior para hacer algo diferente. Lo que somos por naturaleza y “lo que decidimos ser” en algún momento se enfrentan y surge un objetivo mayor, que nos moviliza a tomar decisiones.

Es en ese momento donde tomamos conciencia que somos humanos, pequeños, humildes, frente a la dimensión de lo que nos rodea. El valor está en darse cuenta que somos parte de esa dimensión mayor. Que cada cosa tiene un sentido en ese lugar y que eso nos incluye. e nuestras decisiones. En todo tiempo y lugar, lo que hacemos, nos hace.

 

      

 

CODIGO HUMANO es un libro, basado en una experiencia conmovedora, que inspira a rescatar esos momentos de grandeza. Y este proyecto busca más experiencias.

Aquí desfila la vida mostrando múltiples caras de su condición: generosidad, solidaridad, egoísmo, mezquindad, profesionalismo, cobardía, heroísmo, el poder de las decisiones, el manejo de las emociones, el misterio de los límites humanos, alegrías y penas…

Te invito a acompañarnos.

 

Oscar Virga Digiuni

LO QUIERO

Vivir, Amar y Morir en zapatillas

Vivir, amar y morir en zapatillas es una conversación entre tú y yo acerca de cómo vives tu aventura diaria. Si lo haces en el presente, dueño de tus experiencias, con tu pasado visto, aferrado a tus piernas, o más en el futuro que aquí. Parado en tus visiones, emocionado por ellas, poderoso líder de tus acciones, fluyendo salvajemente en tu lenguaje. Protagonista de tu historia o en el carro de otro. Creyendo, creando, haciendo y animando. Naturalmente complejo, viviendo relaciones sanas.

Para eso nos dieron libertades. Antes que todo fuera Algo, crear relaciones era la utopía del Hombre en uso de su poder. Vamos por más y más, sin límites ni condiciones. Después, cuando sólo algo fue Todo, las relaciones fueron lo que pudieron los hombres sin utopías…

Te invito a la aventura. Está a un click de distancia.

 

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Lo Obvio no es Propio

Una de las características de esta época es la frustración. Mucha gente tiene ilusiones y se identifica con ellas. Luego, se cansa de esperarlas y cae en el desánimo, poniendo culpas en quienes no le permiten concretarlas. O que no se los permite.

Los principios de año son especiales para tirar globos al aire, con sus llamas encendidas, para ver hasta dónde llegan… y los finales son ideales para renovar la certeza que un simple cambio de hoja traerá novedades.

 Giovanni Sartori fue un politólogo y escritor italiano, fallecido hace unos meses, a sus 92 lúcidos años. Entre sus obras se destaca “Homo Videns” (1997). Allí nos habló del contraste del Homo Sapiens con esta versión modernosa. Aquel estuvo construido sobre la cultura del intercambio, en la lectura, la escritura y la comunicación verbal. Con esas artes, tú y yo, desarrollamos los sentidos de abstracción, imaginación y otras virtudes creativas, todas tan útiles como la sensualidad del olfato, el oído o el tacto.

El nuevo Homo Videns, enfocado en la recepción de imágenes, adquirió hábitos pasivos que resultaron más impactantes que la original reducción del abanico sensible. La hostigación de los mensajes relega espacios para las respuestas. Íconos, alegorías, signos, dibujos, formas y perfiles representan categorizaciones, simplificaciones que facilitan convertir la vida social en un protocolo de marcas y sellos.

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El fracaso de Dios

Tiempo atrás leí el libro Homo Deus, del israelí Yuval Noah Harari, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Bien dice su autor que es una breve historia del mañana. Lo recomiendo como lectura disruptiva para los tiempos en que necesites recargar tu batería.

Intentando sintetizar una obra majestuosa solo te diré que es un desafío al Hombre de este siglo y, más precisamente, a sus diseños del éxito social. Plantea Harari que hambrunas, plagas, pestes, sequías y guerras fueron constantes en la historia humana y que la inducción de los gobernantes a la ignorancia popular, asociada con el escaso conocimiento científico, llevaba a las gentes a vincular esas desgracias a castigos de los dioses, enojados por comportamientos “en pecado” de aquellos pobres seres. Esas creencias los condicionaban todo el tiempo, generando una confusa y multifacética moral.

El tiempo y otros dioses fueron poniendo las cosas en un lugar distinto. Hoy sabes que el Hombre no es ajeno a las catástrofes que padece. Las muertes masivas ya no son atribuibles a entes abstractos (como tampoco lo eran entonces) sino a sus propias decisiones. Cambia aquellas causas por las que expone la Organización Mundial de la Salud (OMS-Informe anual 2016): cardiopatía isquémica, accidentes cerebro vasculares, infecciones en vías respiratorias, cáncer, diabetes, EPOC, Alzheimer, diarreas, tuberculosis y accidentes de tránsito, en el top-10.

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Ser Oferta Profesional

En otros tiempos había tiempo, había padres, había abuelos que sentaban en su regazo a los nietos y les contaban innumerables historias, con las que no sólo se favorecía la fantasía del niño, sino que el propio abuelo podía volver a sentirse joven y vital siendo, muchas veces, el protagonista de increíbles hazañas. Soñar para crear, crear para crecer… Así surgían vocaciones, orientaciones, imaginarios.

La vocación solo es una intención. Busca abrirse paso en contextos que mutan todo el tiempo y ofrecen luces, sombras y atajos. La inteligencia de esa búsqueda se verifica en sus resultados. Luego de pasar por ilusiones, obstáculos, desánimos, incertidumbres, autoestimas, obras y derrumbes, el camino la lleva al destino. O no era ese el camino.

“La simplicidad es la mayor sofisticación” segun nos dejó Leonardo Da Vinci. Recoge el guante Fredy Kofman en una interpretación personal: “my job is not what I do, but the goal I pursue”. En español: mi trabajo no es lo que hago, sino el objeto que persigo. Esto se los decía a sus alumnos universitarios. Así, un formador no enseña nada sino que colabora en el aprendizaje de sus alumnos. Está a su servicio en esa maravillosa tarea de descubrir nuevas fronteras en la exuberante magnitud del siendo humano. Esa es la vocación docente llegando a destino. Encontrando su oferta profesional.

Trabajo y Servicio
Uno de los grandes problemas empresariales del mundo es la tensión entre las necesidades de flexibilidad que tienen todas las organizaciones con las de seguridad y estabilidad que necesitamos los individuos. Entonces aparece una sentencia, no tan novedosa como vigente: nuestra mayor fuente de seguridad no es un empleo garantido por un determinado empleador, sino la que proviene de nuestra propia empleabilidad. Esto incluye a nuestro espíritu y dones emprendedores. O, desde otro lugar, nuestra oferta hecha servicio.
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Tumbas de la gloria

Por estos días converso mucho con adolescentes que se acercan al momento de la decisión sobre qué hacer con sus horas después de terminar el nivel educativo secundario. Y me encuentro con algunas caritas entusiasmadas, contándome lo que imaginan para sus nuevos estudios o trabajos. Hay nuevos desafíos, aire fresco, excitación por la experiencia de probarse en nuevos espacios.

También hay otros casos, menos luminosos. Los chicos que han venido “estando” en clases, “pasando” días y años por la escuela, y solo esperan llegar con el impulso al diploma que certifique su secundario completo. Como los llamó Howard Gardner, uno de los primeros estudiosos de las inteligencias múltiples, son los transaccionales: hacen lo mínimo y sólo estudian por el título; después, en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, siempre limitando su interés y dedicación. Son mediocres en todos lados.

Qué pasa si en algún momento esta actitud toma a los del primer grupo?. Si la visión vocacional se reduce a pensar en términos de trabajar en lo que se están preparando?. Tener una aptitud técnica y que eso explique el resto de la vida. O no encontrar explicaciones.

Recuerdas tu caso?. Cómo lo viviste?. Y tus hijos, ahora?.

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Todo bien

Más de una vez te has preguntado por qué estas con la batería baja. No la del celular sino la tuya propia. La de tu cuerpo. Y es probable que hayas buscado “enchufarte” siguiendo viejas recetas, tan probadas como de poco impacto. Una salida con amigos, un viaje corto, comprarte algo, ir al cine… en fin, sacudones del sopor hasta que retome su gobierno sobre tus cosas.

¿Por qué te sucede eso?. Cuando compartes tus sensaciones con alguien puedes escuchar respuestas de todo tipo: ¿por qué no te haces un chequeo médico?, ¿estás durmiendo bien?, “la situación económica nos tiene a todos así…”, “uno hace taaaantas cosas…”, “la gente está mal y eso contagia…”. Y así, tantas más.

De hecho, estas líneas están inspiradas en el proceso que vivieron unos amigos a los que desde hace un par de años estuve escuchando quejosos de cómo iban diversas cosas en la empresa que comparten. Hasta ayer. Hablando con uno de ellos, me dijo que habían decidido «ponerla en venta». ¿El motivo?. Se les hace “pesado” sostener el proyecto común. Sienten que no tienen las mismas ganas de antes para enfrentar los problemas del día a día (en la empresa). Ni para lamentarse. “Tenemos la batería baja todo el tiempo”, me dijo.

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Del amor propio al dinero propio

Probablemente en algún momento de tu escuela secundaria hayas hecho la experiencia del imán con las limaduras de hierro. Lo recuerdas?. Cuando un grupo de partículas se ordenaban armónicamente en torno a un elemento que parecía atraerlas con alguna fuerza. Allí conocimos el fenómeno del magnetismo y lo registramos como un aprendizaje. Es natural que eso ocurra siempre que se repitan esas circunstancias.

El imán no piensa si hay muchas partículas, si le conviene atraerlas, si alguien lo criticará porque es un imán, por su codicia, etcétera… Hace lo que es justo para su condición. No tiene culpas ni disfruta lo que hace. Solo responde sin dudas a lo que se espera de él.

 «No es lo que quieres lo que atraes; atraes lo que crees que es cierto» (Neville Goddard). Esa es otra ley. Como la del magnetismo y las limaduras. El imán cree que las limaduras vendrán a su llamado no porque quiere que vengan. Sabe que hay un orden para eso y deja que eso suceda. No conoce una opción de no existencia de esa situación. Es absolutamente poderoso en su posibilidad.

Te imaginas siendo un imán y yendo por tu vida viviendo como tal?. Qué estás atrayendo?. Qué crees que es “cierto” para ti?. Cuál es la jerarquía de tus prioridades?. Seguramente, no te alcanza el tiempo. Estás disfrutando a tu familia o amigos como dices que deseas?. Y qué hay de tu carrera profesional o laboral?. Tienes diversión, qué haces en tu tiempo libre?. Es libre tu tiempo libre?. Cuánto influyen en tus elecciones tu contexto, tus relaciones, el gobierno, tu lugar, el clima?. Cómo imaginas tu salud en un tiempo?. Qué estás sembrando, qué semillas estas regando?. Qué tan seguro estás por el precio que pagas?. Cuántos créditos estás consumiendo?. Cuántos debes ya?. Cuántos te debes?.

 Las cosas vienen hacia ti o andas saltando tras ellas?.

El dinero hace a la felicidad

 Lo afirmo, sin dudas.

Cuando no había dinero, la gente vivía igual. Comerciaba en trueque, negociando según sus intereses inmediatos. Así, una oveja podía valer una bolsa de harina, una vasija de vino podía pagar unos cuantos jarrones o una hija se entregaba por unos cuantos kilómetros cuadrados de tierra. Para qué fue creado el dinero?. Para mediar en esos intercambios y tratar de evitar los abusos. Y para un nuevo negocio, claro: la banca. Además, para que las referencias sean más generales que las necesidades puntuales.
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El rey del metro cuadrado

Unos días atrás, les propuse a alumnos adolescentes de los distintos grupos con los que trabajo que buscaran en los diarios noticias buenas, noticias malas y noticias neutras. No tuvieron otra consigna. Me senté a esperar los resultados. Cómo piensas que fue el ranking de las elegidas?… Prometo la respuesta para más adelante.

Cuál crees que fue el criterio que tuvieron para seleccionarlas?. Probablemente, hayan seguido algún patrón mental de sus hogares, o sea de sus padres, abuelos y otros mayores. Sin necesidad de estar en sus casas conviviendo con esa cotidianidad, tal vez respiran aires quejosos, reclamantes, resignados, ajenos, desinteresados y otros gases por el estilo.

Cómo es en tu casa?. A ti te pasa que siempre te enfocas en lo que te falta?. Hay razones, dirás, que te llevan a pensar así. Pero hay una distinción posible en esa observación. Puedes reclamar, resignarte, pararte en el “NO PUEDO porque me falta tal o cual cosa…” o tomarlo como un desafío, que te movilice, y entonces será “QUE HAGO CON ESTO que me pasa, con esta carencia originada en el mefaltatalocualcosa?”. Víctima o protagonista en tu propia red de creencias.

La brecha que contiene a esa distinción se llama actitud.
En tu recorrido por los años que cargas acumulaste conocimientos, has juntado cientos de notas de calificación, palmadas de reconocimiento, regalos, premios, títulos, habilidades, destrezas, artes, más títulos, etc…. Todo suma para maniobrar tu vida. Pero la suma no suma tanto como la multiplicación. O suma a otro ritmo.

En tiempos donde el tiempo tiene valor de recurso no renovable (y escaseando), es más fácil multiplicar para notar (antes) que estás creciendo y estar más satisfecho con tu camino. Pero, si multiplicas por cero el resultado es… CERO…. La queja retórica, el reclamo al aire, la victimización fatal son maneras de multiplicar por cero. Y el resultado es igual a… cero: cero avance, cero empuje, cero disfrute, cero vida. Como si no hubieras sumado en el camino. Y allí te frustras.

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El mapa de la suerte

  Una de mis fuentes intelectuales, Arturo Jauretche, en su antológico “Manual de zonceras argentinas” (1968), avivó a la gilada respecto de conceptos que se habían convertido en axiomas en su difusión reiterada por años y que traían alguna (oculta) intención de grabarse en el inconsciente colectivo como rectores de un satus quo, incuestionables, certeros, inequívocos per se.   

Como ya te he contado antes, el Modelo del Observador refiere que las creencias están asociadas con emociones, las explican, y éstas, a su vez, con acciones que, repetidas, constituyen las conductas humanas. Para ejemplo, citaré dos de las propuestas originales de don Arturo.

  Cómo te sentirías si ves un mapamundi plano rediseñado de manera que América del Sur esté en el centro y no en el extremo inferior izquierdo?. Haz el esfuerzo, trata de dibujarlo a mano alzada, por favor. Qué te parece?. No estás resistiendo a un orden geomagnético, solo cambiando una representación gráfica histórica. No es una locura: el historiador Arno Peters presentó en 1974 a la ONU (y fue aprobado por ésta) un mapamundi que guarda las proporciones correctas entre los distintos bloques continentales, luego de proyectar una forma esférica sobre un plano. Aquí debajo están comparados el modelo habitual (Mercator) con el de Peters. Para qué fue distorsionado?. Por qué Europa aparece destacada?. Por qué la América del Norte prevalece sobre la sureña?. Si alguna duda quedare, y te interesa, te invito a buscar los datos de las superficies respectivas (extensiones en kilómetros cuadrados) y compararlas. Allí se terminan las especulaciones. Parece una estupidez, pero por algún motivo no lo es. Acaso inocentes descuidos?. Intenciones de constituir un “centro del mundo”?.

  
Modelo Mercator y Modelo Peters

 Qué pensarías de un bravo trabajador alemán del norte si lo trasladaras a un campo de Tucumán (en el norte de Argentina) y quisieras hacerlo trabajar al sol y los cincuenta grados centígrados de las tardes del mes de enero?. Sería un vago o un hombre razonable, si se sumara a la siesta norteña de acá?.

  Tus percepciones son como carteles ruteros. Te indican la orientación, el ritmo de marcha, te ubican espacialmente, cuán lejos estás del destino… y todas esas son referencias para tus estados emocionales y anímicos. El cartel no cambia nada respecto de tu lugar y tu destino, pero sí lo hace tu sensación al interpretarlo. Por eso hay países “naturalmente” centrales y otros periféricos y hay gente que trabaja y progresa y otros, vagos incurables.

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