Messi no será Maradona

Pasó el Mundial de Fútbol, Brasil 2014. Pasó la Copa América, Chile 2015. Pasó la Copa América Centenario, USA 2016. Muchos ojos de todo el globo estuvieron atentos a lo que el enano argentino haría en cada partido, incluidos los de muchos periodistas especializados y no tanto. El enano, Messi, no pudo haberse abstraido de tanto mensaje enfocado hacia él que esperaba verlo en “su” campeonato consagratorio. Por lo que haya sido, no lo fue ninguno de ellos. No como lo esperaban (y esperábamos). Entonces, la prensa posicionó (otra vez) la comparación Messi-Maradona, promoviendo un debate que yo creo, una vez más, está diseñado para sostener sus propios sueldos antes que para promover algún resultado útil para nosotros.

No hay resultado que buscar, claro. No existe ese resultado. Ellos mismos saben que hay final abierto en la disputa propuesta. Tan abierto que no merece llamarse debate. Lo saben, si. Y tú también puedes saberlo con solo buscar en el diccionario real académico el significado de “comparar: fijar la atención en dos o más objetos para descubrir sus relaciones o estimar sus diferencias o semejanza”. Sin echarle agua ya se ve clarito.

Una comparación es, entonces, cuando se relacionan dos objetos (jugadores de fútbol, en este caso) y se buscan diferencias o semejanzas considerando sus contextos, que es, precisamente, lo que los hace incomparables en todo. Cuando tu maestra te decía que no mezclaras peras con manzanas era por esto mismo. Por ello, lo rico de la comparación no es oponer sino destacar lo destacable para cada uno en cada caso.

Messi, Maradona, tú y yo, accionamos de acuerdo a la influencia recibida por el contexto en que nos criamos y movemos y en función de lo que pretendemos modificar de él, según lo que aceptemos (y no) de su estado y creamos y sintamos (y no) en nuestra capacidad de influir.

Qué Lío con el Diego…
Para mucha gente parece casi imposible de evitar tomar posición por uno o por otro. Pensar que Messi no tiene el liderazgo de Maradona y que el Diego no tuvo las facilidades de Messi en sus equipos. O, en el colmo, imaginar cómo hubieran sido las cosas si uno ocupara el lugar del otro…

Como ya hemos hablado bastante de los paraqués, vuelvo sobre eso. El paraqué explica el qué y el cómo.

Humanada

El Orden natural está presente en cada momento de tu vida. Vives en y de acuerdo a una programación, que no maneja tus movimientos sino que los armoniza con el resto de la vida, hasta donde imagines que hay vida, materia o energía.

De tan natural es imperceptible, hasta que te detienes a observarlo. Aún en su rutina, no pierde intensidad o capacidad de impacto. Ni se aleja de su rol como organizador del caos, esa aparente incerteza que alienta la creación permanente. Su función única y eterna es facilitar las condiciones para su continuidad. La continuidad y trascendencia de la vida, cualquiera sea ésta. En su acontecer complejo y simple, a la vez, se descubren los alcances de una inteligencia mayor, exquisita, que gobierna las macros y los detalles con la misma presencia y autoridad.

Seducen sus argumentos porque llegan donde no existen barreras, superándolas. Y por las formas que toma. Invita antes que convencer. Es, antes que explicarse. Está presente, íntegro.

Es una inteligencia que comprende a la Vida. Es la Vida.

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El Hombre, de tanto vivirla, sintió curiosidad por ella y decidió imitarla, a su manera. La inteligencia artificial, creada por el Hombre en honor y tributo a esa misma esencia creadora, está desafiando, irreverente, al paradigma de la Creación. Fue pensada para agilizar procesos rutinarios, repetitivos, para minimizar riesgos y maximizar rendimientos de recursos y retornos, para ir hacia el corazón de su sistema, estar cada vez más cerca de su razón y ser, explicarlo, complicarlo y hasta replicarlo; pero, también, para organizar a la caótica desorganización humana en una supra inteligencia, que reproduce y niega, a la vez, a la inteligencia superior.

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Reflexiones de un Gerente

                                           «La gente necesita razones antes que un lugar para ir a trabajar» (Simon Sinek)

 

La vida, en este Universo que te he tocado integrar, está basada en el átomo y no en la inconmensurable magnificencia de la Vía Láctea que te contiene. Todo lo que pasa con la vida sigue ese patrón relacional: se origina en el elemento básico del conjunto que se trate. Los resultados visibles, posteriores, son agregados de lo que ha sucedido en ese núcleo inicial. Los consumidores cambian decisiones empresarias cuando muchos de ellos, uno a uno, deciden lo mismo. El muro de Berlín no se cayó por viejo. Una hormiga no voltea una pared. Una gota de agua no puede nada contra una roca. Tú no puedes contra el mundo. Tal vez, puedas algo si empiezas a intentarlo en el mundo. En el tuyo.

Cuántas veces te han convocado a participar de capacitaciones en tu lugar de trabajo?. Cuántas veces has optado por hacerlo de manera personal, eligiendo dónde buscar nuevas herramientas para tus actos cotidianos?. Cuántas técnicas has aprendido en tu vida?. Las aplicas, las tienes incorporadas?. Si estás en algún cargo jerárquico, cuánto ocupas de tu tiempo diario por mejorar la efectividad de tu gente?. Cómo mides los resultados?. Preguntas, en suma, que buscan significar para qué desarrollas tu perfil y tus relaciones laborales. Dónde estás?.

Comparto con Rafael Echeverría que las empresas son redes dinámicas de conversaciones. Lo que se haga para mejorar la eficiencia y elevar la productividad de una organización (cualquiera sea) necesita revisar cómo están las relaciones internas. Cómo están y cómo se quiere que estén. Por ese camino se descubre cómo están las conversaciones íntimas, las que cada uno tiene consigo mismo. Ese es el átomo de la organización. Allí están el origen del movimiento y las causas de los resultados.
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