Lo Obvio no es Propio

Una de las características de esta época es la frustración. Mucha gente tiene ilusiones y se identifica con ellas. Luego, se cansa de esperarlas y cae en el desánimo, poniendo culpas en quienes no le permiten concretarlas. O que no se los permite.

Los principios de año son especiales para tirar globos al aire, con sus llamas encendidas, para ver hasta dónde llegan… y los finales son ideales para renovar la certeza que un simple cambio de hoja traerá novedades.

 Giovanni Sartori fue un politólogo y escritor italiano, fallecido hace unos meses, a sus 92 lúcidos años. Entre sus obras se destaca “Homo Videns” (1997). Allí nos habló del contraste del Homo Sapiens con esta versión modernosa. Aquel estuvo construido sobre la cultura del intercambio, en la lectura, la escritura y la comunicación verbal. Con esas artes, tú y yo, desarrollamos los sentidos de abstracción, imaginación y otras virtudes creativas, todas tan útiles como la sensualidad del olfato, el oído o el tacto.

El nuevo Homo Videns, enfocado en la recepción de imágenes, adquirió hábitos pasivos que resultaron más impactantes que la original reducción del abanico sensible. La hostigación de los mensajes relega espacios para las respuestas. Íconos, alegorías, signos, dibujos, formas y perfiles representan categorizaciones, simplificaciones que facilitan convertir la vida social en un protocolo de marcas y sellos.

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Messi no será Maradona

Pasó el Mundial de Fútbol, Brasil 2014. Pasó la Copa América, Chile 2015. Pasó la Copa América Centenario, USA 2016. Muchos ojos de todo el globo estuvieron atentos a lo que el enano argentino haría en cada partido, incluidos los de muchos periodistas especializados y no tanto. El enano, Messi, no pudo haberse abstraido de tanto mensaje enfocado hacia él que esperaba verlo en “su” campeonato consagratorio. Por lo que haya sido, no lo fue ninguno de ellos. No como lo esperaban (y esperábamos). Entonces, la prensa posicionó (otra vez) la comparación Messi-Maradona, promoviendo un debate que yo creo, una vez más, está diseñado para sostener sus propios sueldos antes que para promover algún resultado útil para nosotros.

No hay resultado que buscar, claro. No existe ese resultado. Ellos mismos saben que hay final abierto en la disputa propuesta. Tan abierto que no merece llamarse debate. Lo saben, si. Y tú también puedes saberlo con solo buscar en el diccionario real académico el significado de “comparar: fijar la atención en dos o más objetos para descubrir sus relaciones o estimar sus diferencias o semejanza”. Sin echarle agua ya se ve clarito.

Una comparación es, entonces, cuando se relacionan dos objetos (jugadores de fútbol, en este caso) y se buscan diferencias o semejanzas considerando sus contextos, que es, precisamente, lo que los hace incomparables en todo. Cuando tu maestra te decía que no mezclaras peras con manzanas era por esto mismo. Por ello, lo rico de la comparación no es oponer sino destacar lo destacable para cada uno en cada caso.

Messi, Maradona, tú y yo, accionamos de acuerdo a la influencia recibida por el contexto en que nos criamos y movemos y en función de lo que pretendemos modificar de él, según lo que aceptemos (y no) de su estado y creamos y sintamos (y no) en nuestra capacidad de influir.

Qué Lío con el Diego…
Para mucha gente parece casi imposible de evitar tomar posición por uno o por otro. Pensar que Messi no tiene el liderazgo de Maradona y que el Diego no tuvo las facilidades de Messi en sus equipos. O, en el colmo, imaginar cómo hubieran sido las cosas si uno ocupara el lugar del otro…

Como ya hemos hablado bastante de los paraqués, vuelvo sobre eso. El paraqué explica el qué y el cómo.

Negocios que crecen

Me encantaría saber cuántos de ustedes conocían antes de este momento qué significa la palabra “negocio”. Como ocurre con tantas otras, es una complementación de dos vocablos latinos, nec y otium, para expresar lo que “no es ocio”. Cuando no hay ocio, hay alguna actividad que pretende un retorno económico bajo alguna de sus formas.

Cualquiera sea el rubro de un negocio, en la creación de la empresa (o emprendimiento) que lo ejecuta puede haber muy diversos motivadores. El primero de ellos, sin duda, un mercado dispuesto a recibir y considerar la oferta. Luego, quien la propone puede dominar una técnica para hacer algo, identificar alguna oportunidad circunstancial, presentar alguna solución novedosa, satisfacer deseos independentistas, atender escaseces personales o busca disminuir sus niveles de adrenalina, echando mano a alguna de esas alternativas.

La búsqueda de un resultado positivo, un rédito financiero, está implícita en todas las situaciones planteadas y en las otras tantísimas que no se han citado. Has oído que toda empresa persigue un lucro y es casi una tontera negar eso. También puede serlo, creo, confundir ese propósito con el deseo fundante de la empresa. Lo es, lamentablemente, y está mucho más extendido de lo que crees. Ninguna empresa se crea para ganar dinero como objetivo, más todas lo necesitan para continuar con sus objetivos.

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Llevo grabado en mi corazón una frase de Fredy Kofman, que comparto en este momento: “my job is not what I do, but the goal I pursue”. Quise guardar el encanto que tiene la sentencia en inglés, incluyendo su rima. En español: mi trabajo no es lo que hago, sino el objeto que persigo. Así, un profesor no enseña nada sino que colabora en el aprendizaje de sus alumnos. Y cobra honorarios por eso.

Más allá de las escalas, las grandes y las pequeñas organizaciones tienen su razón de ser en una validación de su mercado como proveedoras. La rentabilidad es una consecuencia de su pericia para administrar esa aprobación.

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