Días atrás leía a Fernando, uno más de esta novedosa fauna de amigos de red social (o contactos, para ser preciso con este tiempo), lamentándose por no ser “profeta en su tierra”. Exitoso en lo suyo, reconocido en distintos lugares del mundo, no importa aquí el rubro, no lograba serlo en su propia ciudad. Le pregunté por qué estaba allí, en esa ciudad “ingrata”, y me dijo que había elegido volver porque quería estar con su madre, ya muy anciana y enferma.
Cuántas veces ha pasado esto con otras tantas personas?. Te ha pasado?. Tal vez, sin llegar a ser un exitoso profesional, has sentido que te reciben mejor en tierras ajenas. Sin planearlo, ha sido mi caso. Sin planearlo?.
El mundo no es lo que es, sino lo que ves. Compruébalo, preguntando alrededor tuyo cómo está la tarde o la noche?. Las respuestas estarán alineadas con los estados sensuales de cada uno de tus interlocutores. Así, la misma tarde o noche será triste, linda o fresca para ellos.
Tus sentidos ingresan información a tu cerebro, que la descodifica, clasifica y valora según el menú que dispone. Luego, manda las instrucciones para actuar en consecuencia. En ese menú, al que algunos llaman inconsciente, hay ingredientes como la cultura, el contexto, la época, el entorno actual, tus expectativas, tus necesidades sin atender, tus… todos pidiendo ser considerados para construir la respuesta al estímulo recibido. Y son considerados.