Reflexiones de un Gerente

                                           «La gente necesita razones antes que un lugar para ir a trabajar» (Simon Sinek)

 

La vida, en este Universo que te he tocado integrar, está basada en el átomo y no en la inconmensurable magnificencia de la Vía Láctea que te contiene. Todo lo que pasa con la vida sigue ese patrón relacional: se origina en el elemento básico del conjunto que se trate. Los resultados visibles, posteriores, son agregados de lo que ha sucedido en ese núcleo inicial. Los consumidores cambian decisiones empresarias cuando muchos de ellos, uno a uno, deciden lo mismo. El muro de Berlín no se cayó por viejo. Una hormiga no voltea una pared. Una gota de agua no puede nada contra una roca. Tú no puedes contra el mundo. Tal vez, puedas algo si empiezas a intentarlo en el mundo. En el tuyo.

Cuántas veces te han convocado a participar de capacitaciones en tu lugar de trabajo?. Cuántas veces has optado por hacerlo de manera personal, eligiendo dónde buscar nuevas herramientas para tus actos cotidianos?. Cuántas técnicas has aprendido en tu vida?. Las aplicas, las tienes incorporadas?. Si estás en algún cargo jerárquico, cuánto ocupas de tu tiempo diario por mejorar la efectividad de tu gente?. Cómo mides los resultados?. Preguntas, en suma, que buscan significar para qué desarrollas tu perfil y tus relaciones laborales. Dónde estás?.

Comparto con Rafael Echeverría que las empresas son redes dinámicas de conversaciones. Lo que se haga para mejorar la eficiencia y elevar la productividad de una organización (cualquiera sea) necesita revisar cómo están las relaciones internas. Cómo están y cómo se quiere que estén. Por ese camino se descubre cómo están las conversaciones íntimas, las que cada uno tiene consigo mismo. Ese es el átomo de la organización. Allí están el origen del movimiento y las causas de los resultados.
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Negocios que crecen

Me encantaría saber cuántos de ustedes conocían antes de este momento qué significa la palabra “negocio”. Como ocurre con tantas otras, es una complementación de dos vocablos latinos, nec y otium, para expresar lo que “no es ocio”. Cuando no hay ocio, hay alguna actividad que pretende un retorno económico bajo alguna de sus formas.

Cualquiera sea el rubro de un negocio, en la creación de la empresa (o emprendimiento) que lo ejecuta puede haber muy diversos motivadores. El primero de ellos, sin duda, un mercado dispuesto a recibir y considerar la oferta. Luego, quien la propone puede dominar una técnica para hacer algo, identificar alguna oportunidad circunstancial, presentar alguna solución novedosa, satisfacer deseos independentistas, atender escaseces personales o busca disminuir sus niveles de adrenalina, echando mano a alguna de esas alternativas.

La búsqueda de un resultado positivo, un rédito financiero, está implícita en todas las situaciones planteadas y en las otras tantísimas que no se han citado. Has oído que toda empresa persigue un lucro y es casi una tontera negar eso. También puede serlo, creo, confundir ese propósito con el deseo fundante de la empresa. Lo es, lamentablemente, y está mucho más extendido de lo que crees. Ninguna empresa se crea para ganar dinero como objetivo, más todas lo necesitan para continuar con sus objetivos.

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Llevo grabado en mi corazón una frase de Fredy Kofman, que comparto en este momento: “my job is not what I do, but the goal I pursue”. Quise guardar el encanto que tiene la sentencia en inglés, incluyendo su rima. En español: mi trabajo no es lo que hago, sino el objeto que persigo. Así, un profesor no enseña nada sino que colabora en el aprendizaje de sus alumnos. Y cobra honorarios por eso.

Más allá de las escalas, las grandes y las pequeñas organizaciones tienen su razón de ser en una validación de su mercado como proveedoras. La rentabilidad es una consecuencia de su pericia para administrar esa aprobación.

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Humanos Recursos

Cuando en las organizaciones se habla de su gente, de quienes las hacen todos los días, se ha hecho costumbre referirse a los recursos humanos. Como un insumo más de la actividad productiva. Más aquí en el tiempo, tal vez alguna reflexión culposa hacia el individuo, hecho a imagen y semejanza de los dioses, creativo, inteligente, emotivo, único y libre, ha sugerido hablar del Talento, como algo que supera al común de los recursos.

Claro que lo supera, porque no es el recurso empresario que se categoriza como “humano”, para imputarlo en los costos, sino que es el más humano de los recursos. Y es el que reúne y armoniza a todos los demás, ya genéticos, culturales, ambientales, etáreos, etc.

El Talento es un complejo producto, que reconoce sus antecedentes en el “Saber”.
Quien sabe, dispone de conocimientos, habilidades y destrezas, innatas, para destacarse haciendo en un medio social. Es necesario que esas calidades naturales, para aplicarse efectivamente, estén integradas con emergentes del siendo personal, tales como el entrenamiento sostenido, el equilibrio emocional y el estado espiritual, por ejemplo.

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