El amor es una burda exageración de la diferencia entre una persona y las demás,
según lo pensaba George Bernard Shaw. Amor es una palabra mágica, porque a todo lo que es inexplicable rápidamente lo explicamos con que es mágico. En tan solo 4 letras resume la grandiosa potencia y exquisitez del ser humano. No necesita de aclaraciones ni congresos para analizarlo. En menos de un segundo dice lo que significa. En cambio, toneladas de segundos y millones de letras se han utilizado para intentar explicar su ausencia.
Puedes tomar esto como un manifiesto romántico. Pero traigo otras intenciones.
Pretendo que conversemos un rato sobre lo que pasa cuando el AMOR no está.
Cuando no está en tus momentos, en tus decisiones, en tus actos, en tus resultados. A eso yo lo llamo SIMPROMISO.
No me refiero a que tu novia, esposo, hijos, mascota o amante no estén a tu lado,
estés triste por eso y las cosas no salgan como esperas. Me refiero al AMOR, así con mayúsculas, para distinguirlo del otro, que se ocupa de las relaciones hacia afuera, aunque se escriba con las mismas letras.
El AMOR es lo que conecta todo lo que te hace crecer
Es lo que te hace bien, lo que te hace fluir ágilmente y conduce a tus logros, en familia, profesión, deporte, viajes, trabajo, estudios.
Cuando algo te trae en el aire estás entusiasmado, motivado, sientes que todo encaja (más allá de tus planes lógicos), cuentas con una energía infinita y hasta te parece que tu cuerpo no tiene límites. Sientes que emergen facilidades, casualidades, habilidades, se abren caminos y puertas, como si la ruleta te hubiera elegido esta vez. No es ninguna ruleta… es todo un sistema de energías alineadas en una dirección, armonizadas, representadas por las expresiones de los distintos cuerpos que las contienen. Las conoces (y las ves en un sistema) cuando vas a buscarlas porque tu intuición te dice que vayas. A esa armonía de energías que conduces en tu provecho, en tu beneficio, hay quienes le llaman COMPROMISO.