Por estos días converso mucho con adolescentes que se acercan al momento de la decisión sobre qué hacer con sus horas después de terminar el nivel educativo secundario. Y me encuentro con algunas caritas entusiasmadas, contándome lo que imaginan para sus nuevos estudios o trabajos. Hay nuevos desafíos, aire fresco, excitación por la experiencia de probarse en nuevos espacios.
También hay otros casos, menos luminosos. Los chicos que han venido “estando” en clases, “pasando” días y años por la escuela, y solo esperan llegar con el impulso al diploma que certifique su secundario completo. Como los llamó Howard Gardner, uno de los primeros estudiosos de las inteligencias múltiples, son los transaccionales: hacen lo mínimo y sólo estudian por el título; después, en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, siempre limitando su interés y dedicación. Son mediocres en todos lados.
Qué pasa si en algún momento esta actitud toma a los del primer grupo?. Si la visión vocacional se reduce a pensar en términos de trabajar en lo que se están preparando?. Tener una aptitud técnica y que eso explique el resto de la vida. O no encontrar explicaciones.
Recuerdas tu caso?. Cómo lo viviste?. Y tus hijos, ahora?.