Más de una vez te has preguntado por qué estas con la batería baja. No la del celular sino la tuya propia. La de tu cuerpo. Y es probable que hayas buscado “enchufarte” siguiendo viejas recetas, tan probadas como de poco impacto. Una salida con amigos, un viaje corto, comprarte algo, ir al cine… en fin, sacudones del sopor hasta que retome su gobierno sobre tus cosas.
¿Por qué te sucede eso?. Cuando compartes tus sensaciones con alguien puedes escuchar respuestas de todo tipo: ¿por qué no te haces un chequeo médico?, ¿estás durmiendo bien?, “la situación económica nos tiene a todos así…”, “uno hace taaaantas cosas…”, “la gente está mal y eso contagia…”. Y así, tantas más.
De hecho, estas líneas están inspiradas en el proceso que vivieron unos amigos a los que desde hace un par de años estuve escuchando quejosos de cómo iban diversas cosas en la empresa que comparten. Hasta ayer. Hablando con uno de ellos, me dijo que habían decidido «ponerla en venta». ¿El motivo?. Se les hace “pesado” sostener el proyecto común. Sienten que no tienen las mismas ganas de antes para enfrentar los problemas del día a día (en la empresa). Ni para lamentarse. “Tenemos la batería baja todo el tiempo”, me dijo.