Vivir al día

Hay días en que quieres que el reloj gire más rápido y otros en que no sabes cómo frenarlo, para estirar la vigencia de las horas que estás viviendo. Tus estados de ánimo pretenden torcer una rutina inexorable. La sucesión de momentos no distingue razones para ello. Tú, sí.

Somos lo que hacemos. Esa es la clave para entender que todo lo que sucede en tu vida es fruto de una obra personal, por acción u omisión. Así te construyes. Tus emociones acompañan ese proceso, desde un instante antes de cada acto. Por ejemplo, el miedo ante una circunstancia te empuja a una elección entre enfrentarla o escapar. Por lo mismo, la tristeza te apoca y la alegría recarga tus músculos. Son respuestas fisiológicas adaptativas ante la circunstancia. También has visto en otros artículos de este blog que esas emociones no son universales. Responden a percepciones, creencias, moldes de interpretación instalados por algunas vivencias anteriores, patrones familiares, culturales o genéticos. No todos nos subimos a una silla cuando aparece una rata en el salón ni salimos como trompitos cuando escuchamos un rock en el pub.

Por eso, los momentos te parecen más largos o más cortos según cómo los vivas, qué entiendes de lo que pasa en ellos. Como percibas las circunstancias del contexto se dispararán tus respuestas automáticas, emotivas. Como sucede con cualquier bicho del reino animal. Solo que a diferencia de los animales, de los otros animales, ser humano te permite optar, elegir “qué hacer” ante una circunstancia. Hay más recursos a tu disposición, incluyendo, fundamentalmente, la capacidad desarrollada para comprender situaciones y crear alternativas para superarlas positivamente.

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La experiencia acumulada de una especie animal es transmitida entre generaciones sucesivas, por vías genéticas, para preservar su supervivencia. Es su única intención. Se verifica en actos precisos, programados, singulares. Por ejemplo, que una madre ballena conduzca a su cría mar adentro, que un pájaro hornero recoja ramitas y barro para hacer su nido o que un topo no confunda una inocua soga tirada en el piso con una serpiente. O cambiar de zonas de residencia según alteraciones climáticas, por la presencia de nuevos y peligrosos vecinos o para ir en busca de reservas alimentarias más extensas. Hasta se han desarrollado nuevas formas físicas para adaptarse al medio.

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Foco, Foco, Foco

 

Peter Ferdinand Drucker es una institución empresaria, ya mucho más allá de su finita experiencia terrenal. Nos dejó muchas llaves para abrir distintos tipos de puertas en la gestión de organizaciones. Algunas son llaves maestras, eternas. En un tiempo convulsionado por la incertidumbre, en la transición de una etapa con matices críticos, propongo ir por las luces que bañan generosamente la parte de atrás de aquellas puertas. La que no estamos viendo. La realidad es lo que ves: un paso cerrado o una escena iluminada, para este caso.

 

Suele ocurrir que en momentos como estos se pongan en observación varios aspectos de la vida cotidiana. Las inquietudes que se plantean para la generación, distribución y posibilidades de acceso a los bienes y servicios que satisfacen las necesidades humanas causan estreses variados en todos los niveles. “Es la economía”, según le dijeron alguna vez a un estúpido (Clinton dixit). Es un fenómeno político, digo yo, entendiendo que la política es el lugar de encuentro de la conflictividad social y, también, el de su resolución.

 

Drucker

           Peter Ferdinand Drucker

 

Por tratarse de un emergente social, como sucede en un holograma, el Todo se ve en las partes y viceversa. Así, el pequeño mundo de una organización empresaria recibe las influencias del marco general. Las personas que la integran hacen su vida a diario en ella y, en ese hacer, la hacen y completan.

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