Tech Emotions

Cada día tu vida está más apoyada en aplicaciones tecnológicas. Comprendes los beneficios de “jugar” a dejarte llevar por esa dulce compañía, a veces hasta zonas adictivas. Algunos, tibiamente, ensayan límites al avance tech sobre sus espacios. Yo creo que no son límites, sino estaciones de paso. Inexorable el destino, a ritmo más lento nomás.

Hace unos días veía un informe en televisión en el que mostraban un tractor multipropósito para trabajar en el campo con mando a distancia y bajo una programación previa. Puede arar, sembrar, pulverizar, aplicar agroquímicos, cosechar, etc., mediante el acople de dispositivos auxiliares. Una de las ventajas, además, es la posibilidad que trabaje las veinticuatro horas y bajo diversas condiciones ambientales. Aún en estado de prototipo en su desarrollo, y como público genérico, neófito, me disparó este artículo.

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Ser Eficiente

Cuando una empresa contrata a una persona suele formalizarse un contrato legal en el que constan las funciones que ésta va a desempeñar y los honorarios que va a percibir por ello. Pero hay otro contrato, que no se firma y del que, normalmente, poco o nada se habla, y es clave en el rendimiento profesional del nuevo empleado. Es el contrato psicológico: un listado de acuerdos tácitos y expectativas que sostiene su motivación para la eficiencia y eficacia en esa organización. Allí hay información recibida, percepciones de la cultura ambiental, desafíos, anhelos y más. Ambas partes lo sellan con sus intenciones.

Ante la pérdida de algo que valoramos como importante, experimentamos un proceso de duelo con varias fases, que van de la sorpresa a la serenidad, pasando por estaciones intermedias: negación, ira, tristeza, miedo, aceptación/ resignación. Dependiendo de la estimación sobre esa pérdida, la templanza de la persona que la sufre y de los apoyos que reciba, ese duelo dura más o menos tiempo y se observa una variada escala de secuelas.

Le sucede a muchas personas que, cuando sienten que se ha dañado o roto su contrato psicológico, se quedan estancadas en la fase de ira. Luego, si no hay canales de descarga rápida, puede que eso se convierta en resentimiento y esa situación comienza a dejar huellas en varios niveles. Por ejemplo en el nivel cognitivo, afectando a la capacidad de atención, la memoria o la toma de decisiones. También, en el afectivo, con influencia en las relaciones o en el estado fisiológico.

Permanecer y transcurrir en una función no siempre es garantía de probidad y eficacia. Puede serlo para la repetición de estándares, pero los seres humanos somos más que la búsqueda de “eso”. La rutina tiene sus propias características, más allá de los tiempos y las formas con que se la enmascare. El sentido de estar en una función, comprender el paraqué y vivirlo a diario, es la única manera de evitar que aquella tome posesión y tiña de gris la escena. De otro modo, la eficiencia per se no es eficaz en el tiempo. Si todo cambia y se mueve, lo que está siempre igual se va quedando…

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Las dos caras de tu moneda

Probablemente, alguna vez te hayas sentido contrariado cuando, después de haber ayudado, acompañado o facilitado las cosas a alguien de tu cercanía, esa persona no tuvo correspondencia o actitud similar hacia tu persona. Varias emociones desfilaron por el momento: enojo, tristeza, sorpresa, angustia. Tal vez te preguntaste el porqué, buscaste en tu memoria alguna prueba de culpa propia que pudiera justificar aquello o, simplemente, dejaste salir una catarata de malos pensamientos hacia tu “verdugo”. Quizás, hasta lo hayas comentado con alguien más y, lejos de apaciguarte, juntos doblaron la apuesta. “La gente está cada vez peor”, “no hay que hacerle favores a nadie”, “y encima, tienen suerte…”.

En cualquier acto de intercambio hay dos etapas: dar y recibir. No hay más. El acto de dar se completa con su recepción. Se abre allí una posibilidad, y no más que eso, de una futura inversión de roles. Pensar como natural lo que no lo es forma parte de una construcción (o una adopción mental) de un estado mercantilista, utilitario, de tus relaciones. Algo así como que lo que haces tiene precio antes que valor. Entonces calibras lo que viene con la vara de lo que fue. O, tal vez peor, de lo que puede venir. Ese es un vicio muy común de este tiempo: estar atravesado por las expectativas de la propia percepción, anclado en el barro de un río que se mueve con poca fluidez.

El filósofo inglés Thomas Hobbes escribió en su “Leviatán” (1668) que “la vida humana es solitaria, pobre, brutal y breve… Cada quien tiene la libertad de utilizar su poder para garantizar la auto-conservación. Cuando una persona se da cuenta de que no puede seguir viviendo en un estado de guerra civil continua, surge la ley  natural que limita al hombre a no realizar ningún acto que atente contra su vida o la de otros. De esto deriva otra ley de la Naturaleza: cada hombre renuncia o transfiere su derecho, mediante un pacto o convenio, a un poder absoluto que le garantice un estado de paz”. Llámalo Dios, Estado… o algún (otro) vicio.
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Christian Felber – Economía y Emociones

Entrevista a Christian Felber (Salzburgo, 1972). Creador del modelo de la Economía del bien común. El mundo va hacia allí. No lo veremos llegar nosotros, pero es bueno estar en el viaje.

Propone un sistema económico comprensivo, basado en 6 pilares. La educación es el camino para incluirlos:

  1. Comunicación empática.
  2. Escucha desde el corazón.
  3. Valores colaborativos.
  4. Toma de decisiones efectivas y sostenibles.
  5. Experiencias con la naturaleza.
  6. Sensibilización del cuerpo.

 

Sugiero escuchar su propia versión.

 

Oscar Virga Digiuni

Coach profesional
Director ISFE

 

El cuento de tu vida

Hace ruido un árbol que cae en medio del bosque?. Qué ruido hace?. Cuánto ruido hace?.

El árbol emite ondas sonoras. Las ondas sonoras, como las ondas de radio (en realidad las ondas energéticas de todo tipo), necesitan ser captadas por un receptor. Hay muchas ondas de radio que inundan esa habitación en este momento, pero no hay sonido porque no hay un receptor sintonizado con ellas. El oído humano y el animal son receptores. Si un árbol cae en medio del bosque, y no hay nadie allí para oírlo, «no hace» ningún ruido. El sonido no es sonido hasta que lo oyes, del mismo modo que la onda energética “no es” materia hasta que la ves o la tocas.

Esta idea está bien expresada en los modelos de la física cuántica. La física newtoniana sostiene que los objetos son reales, que son externos a ti y llevan una existencia separada. La física cuántica demuestra que esto no es verdad. El universo no es lo que asumes que es. Tu mundo no es lo que es, sino lo que ves, lo que percibes. Tu vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con eso.

Todo lo que parece existir es pensamiento inseparable. Cuando observas algo se produce un cambio a nivel subatómico. Todo está en tu mente, incluyendo tu propio cuerpo.

Cuántas veces te dije ya que escuches a tu intención. Como el árbol en el bosque, ella emite ondas. Quién las recibe?. 
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Vivir al día

Hay días en que quieres que el reloj gire más rápido y otros en que no sabes cómo frenarlo, para estirar la vigencia de las horas que estás viviendo. Tus estados de ánimo pretenden torcer una rutina inexorable. La sucesión de momentos no distingue razones para ello. Tú, sí.

Somos lo que hacemos. Esa es la clave para entender que todo lo que sucede en tu vida es fruto de una obra personal, por acción u omisión. Así te construyes. Tus emociones acompañan ese proceso, desde un instante antes de cada acto. Por ejemplo, el miedo ante una circunstancia te empuja a una elección entre enfrentarla o escapar. Por lo mismo, la tristeza te apoca y la alegría recarga tus músculos. Son respuestas fisiológicas adaptativas ante la circunstancia. También has visto en otros artículos de este blog que esas emociones no son universales. Responden a percepciones, creencias, moldes de interpretación instalados por algunas vivencias anteriores, patrones familiares, culturales o genéticos. No todos nos subimos a una silla cuando aparece una rata en el salón ni salimos como trompitos cuando escuchamos un rock en el pub.

Por eso, los momentos te parecen más largos o más cortos según cómo los vivas, qué entiendes de lo que pasa en ellos. Como percibas las circunstancias del contexto se dispararán tus respuestas automáticas, emotivas. Como sucede con cualquier bicho del reino animal. Solo que a diferencia de los animales, de los otros animales, ser humano te permite optar, elegir “qué hacer” ante una circunstancia. Hay más recursos a tu disposición, incluyendo, fundamentalmente, la capacidad desarrollada para comprender situaciones y crear alternativas para superarlas positivamente.

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La experiencia acumulada de una especie animal es transmitida entre generaciones sucesivas, por vías genéticas, para preservar su supervivencia. Es su única intención. Se verifica en actos precisos, programados, singulares. Por ejemplo, que una madre ballena conduzca a su cría mar adentro, que un pájaro hornero recoja ramitas y barro para hacer su nido o que un topo no confunda una inocua soga tirada en el piso con una serpiente. O cambiar de zonas de residencia según alteraciones climáticas, por la presencia de nuevos y peligrosos vecinos o para ir en busca de reservas alimentarias más extensas. Hasta se han desarrollado nuevas formas físicas para adaptarse al medio.

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El imperio de los sentidos

Desde tus primeros berrinches, tus sentidos te permiten recibir naturalmente información del contexto. Vas aprendiendo a ubicarte en él, desarrollando tu orientación espacial y reconociendo placeres y riesgos asociados. En el proceso de tu vida puedes encontrarte con mermas y limitaciones físicas de alguno de tus sentidos, por muy distintos motivos. Allí valoras la importancia de contar con todos ellos a pleno para que nada condicione tus posibilidades.

En el reino animal, genéricamente, los sentidos guían a la supervivencia. Cuanto más y mejor vea, oiga, huela, palpe y guste, un bicho que camina se mantiene más lejos del asador y más cerca de su alimento. Para ti, supremo entre los animales, es igual. Pero, por algo eres supremo. Puedes ser consciente de tu creación personal. Entiendes, gracias a una inteligencia superior al resto animal, que la continua sucesión de experiencias sensoriales que transitas pueden ser elaboradas en un particular menú para evolucionar tus capacidades naturales. Puedes explicar que estás aprendiendo por tus sentidos. 

Todo aprendizaje aumenta tu campo de acción y tu efectividad. No aprendes hasta que no haces. A los otros animales les pasa lo mismo. Los registros de tus experiencias sensoriales constituyen tu memoria emotiva o episódica. Si te has quemado con leche, además de emocionarte hasta el llanto cuando veas a una vaca, desarrollarás alguna prudencia nueva en el manipuleo del cacharro en la que la calientas, si…?. Si una grúa te ha llevado el auto estacionado donde no se debía, la próxima vez lo recordarás tanto como ahora lo haces con la madre del policía de tránsito que te ha sancionado. Muy distinto a solo ver un cartel que indica que allí no puedes dejar tu auto o que te sugieran que el cacharro con leche puede estar caliente, si?.

 

Tus emociones están presentes en el desarrollo de tu inteligencia. Lo que eliges a cada momento no es un producto intelectual puro o innato. Eres una amalgama de biología y creencias. Por tus sentidos ingresan datos que son interpretados reflexivamente. Tus sensaciones facilitan el camino hacia nuevas competencias, que te van completando progresivamente para relacionarte mejor con el mundo (con tu mundo y tu realidad).

   Así, primero ves y, luego, miras. Analizas y decides qué hacer con lo que estás mirando, además de viendo. En la misma lógica, oyes para escuchar (o no), después. Gustas y, un día, comprendes sabores. Sólo hueles hasta que distingues fragancias o hedores. Rozas y tanteas o rozas y acaricias.

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Messi no será Maradona

Pasó el Mundial de Fútbol, Brasil 2014. Pasó la Copa América, Chile 2015. Pasó la Copa América Centenario, USA 2016. Muchos ojos de todo el globo estuvieron atentos a lo que el enano argentino haría en cada partido, incluidos los de muchos periodistas especializados y no tanto. El enano, Messi, no pudo haberse abstraido de tanto mensaje enfocado hacia él que esperaba verlo en “su” campeonato consagratorio. Por lo que haya sido, no lo fue ninguno de ellos. No como lo esperaban (y esperábamos). Entonces, la prensa posicionó (otra vez) la comparación Messi-Maradona, promoviendo un debate que yo creo, una vez más, está diseñado para sostener sus propios sueldos antes que para promover algún resultado útil para nosotros.

No hay resultado que buscar, claro. No existe ese resultado. Ellos mismos saben que hay final abierto en la disputa propuesta. Tan abierto que no merece llamarse debate. Lo saben, si. Y tú también puedes saberlo con solo buscar en el diccionario real académico el significado de “comparar: fijar la atención en dos o más objetos para descubrir sus relaciones o estimar sus diferencias o semejanza”. Sin echarle agua ya se ve clarito.

Una comparación es, entonces, cuando se relacionan dos objetos (jugadores de fútbol, en este caso) y se buscan diferencias o semejanzas considerando sus contextos, que es, precisamente, lo que los hace incomparables en todo. Cuando tu maestra te decía que no mezclaras peras con manzanas era por esto mismo. Por ello, lo rico de la comparación no es oponer sino destacar lo destacable para cada uno en cada caso.

Messi, Maradona, tú y yo, accionamos de acuerdo a la influencia recibida por el contexto en que nos criamos y movemos y en función de lo que pretendemos modificar de él, según lo que aceptemos (y no) de su estado y creamos y sintamos (y no) en nuestra capacidad de influir.

Qué Lío con el Diego…
Para mucha gente parece casi imposible de evitar tomar posición por uno o por otro. Pensar que Messi no tiene el liderazgo de Maradona y que el Diego no tuvo las facilidades de Messi en sus equipos. O, en el colmo, imaginar cómo hubieran sido las cosas si uno ocupara el lugar del otro…

Como ya hemos hablado bastante de los paraqués, vuelvo sobre eso. El paraqué explica el qué y el cómo.

Humanada

El Orden natural está presente en cada momento de tu vida. Vives en y de acuerdo a una programación, que no maneja tus movimientos sino que los armoniza con el resto de la vida, hasta donde imagines que hay vida, materia o energía.

De tan natural es imperceptible, hasta que te detienes a observarlo. Aún en su rutina, no pierde intensidad o capacidad de impacto. Ni se aleja de su rol como organizador del caos, esa aparente incerteza que alienta la creación permanente. Su función única y eterna es facilitar las condiciones para su continuidad. La continuidad y trascendencia de la vida, cualquiera sea ésta. En su acontecer complejo y simple, a la vez, se descubren los alcances de una inteligencia mayor, exquisita, que gobierna las macros y los detalles con la misma presencia y autoridad.

Seducen sus argumentos porque llegan donde no existen barreras, superándolas. Y por las formas que toma. Invita antes que convencer. Es, antes que explicarse. Está presente, íntegro.

Es una inteligencia que comprende a la Vida. Es la Vida.

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El Hombre, de tanto vivirla, sintió curiosidad por ella y decidió imitarla, a su manera. La inteligencia artificial, creada por el Hombre en honor y tributo a esa misma esencia creadora, está desafiando, irreverente, al paradigma de la Creación. Fue pensada para agilizar procesos rutinarios, repetitivos, para minimizar riesgos y maximizar rendimientos de recursos y retornos, para ir hacia el corazón de su sistema, estar cada vez más cerca de su razón y ser, explicarlo, complicarlo y hasta replicarlo; pero, también, para organizar a la caótica desorganización humana en una supra inteligencia, que reproduce y niega, a la vez, a la inteligencia superior.

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Reflexiones de un Gerente

                                           «La gente necesita razones antes que un lugar para ir a trabajar» (Simon Sinek)

 

La vida, en este Universo que te he tocado integrar, está basada en el átomo y no en la inconmensurable magnificencia de la Vía Láctea que te contiene. Todo lo que pasa con la vida sigue ese patrón relacional: se origina en el elemento básico del conjunto que se trate. Los resultados visibles, posteriores, son agregados de lo que ha sucedido en ese núcleo inicial. Los consumidores cambian decisiones empresarias cuando muchos de ellos, uno a uno, deciden lo mismo. El muro de Berlín no se cayó por viejo. Una hormiga no voltea una pared. Una gota de agua no puede nada contra una roca. Tú no puedes contra el mundo. Tal vez, puedas algo si empiezas a intentarlo en el mundo. En el tuyo.

Cuántas veces te han convocado a participar de capacitaciones en tu lugar de trabajo?. Cuántas veces has optado por hacerlo de manera personal, eligiendo dónde buscar nuevas herramientas para tus actos cotidianos?. Cuántas técnicas has aprendido en tu vida?. Las aplicas, las tienes incorporadas?. Si estás en algún cargo jerárquico, cuánto ocupas de tu tiempo diario por mejorar la efectividad de tu gente?. Cómo mides los resultados?. Preguntas, en suma, que buscan significar para qué desarrollas tu perfil y tus relaciones laborales. Dónde estás?.

Comparto con Rafael Echeverría que las empresas son redes dinámicas de conversaciones. Lo que se haga para mejorar la eficiencia y elevar la productividad de una organización (cualquiera sea) necesita revisar cómo están las relaciones internas. Cómo están y cómo se quiere que estén. Por ese camino se descubre cómo están las conversaciones íntimas, las que cada uno tiene consigo mismo. Ese es el átomo de la organización. Allí están el origen del movimiento y las causas de los resultados.
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